martes, 13 de abril de 2010

Del amor y las decepciones

Recuerdo el primer chico que me gustó...

Era un compañerito de escuela. Se llamaba Andrés y curiosamente era más bajo que yo. ¿Qué me gustaba de él? Aun no lo sé. Pero era un amor de niña de siete años, así que no le di importancia.

La siguiente persona que me llegó a gustar fue mi segundo dentista, vaya que era guapo, en mis sueños infantiles me figuraba darle un beso en los labios. Obvio que nada pasó, pero soñar es gratis. Lástima, era rubio y de ojos azules-verdosos...

Pasé varios años sin sentir algo por alguien, hasta mi primer año de colegio. Y esa vez fue toda una decepción. Me gustaba un compañero de mi clase, que viajaba conmigo en la microbús. El chico (teníamos 12 o 13) era guapo, esa fue la primera vez que de verdad llegué a sentir algo por alguien. Por razones que prefiero callar, toda la clase se enteró de que me gustaba César, quien no me volvió a hablar por el corto tiempo que seguí en esa institución, después de rechazarme frente a todos. Me salí rápidamente de ahí, era muy vergonzoso, además de que mis compañeros me detestaban por razones que nunca entendí en realidad. Supongo que ser la rarita anormal tenía que ver.

Luego de eso no volví a sentir nada por nadie. Aunque eso no quita que tuviera uno que otro admirador "secreto".

A ciencia cierta puedo asegurar que tuve al menos tres. Uno en los boy-scouts y otros dos en el siguiente colegio donde fui a parar. El de los scouts era anónimo, mis amigas nunca me dijeron el nombre, al rato me estaban mintiendo, no sé...

Los del colegio si fueron más obvios. Eran dos muchachos de 14, mejores amigos, que tuvieron la suerte de enamorarse de la misma chica: yo.
Eso los separó. Uno de ellos era más valiente y se atrevió a hablarme, en esos tiempos yo no tenía un sólo amigo ahí, así que gustosa hablaba con él. Al otro le dieron celos y se pelearon por mi (Sí alguno me hubiera gustado me habría parecido romántico, pero como no...).

En los momentos que estuve a solas con alguno de los dos, me confesó que yo le gustaba al otro. Así fue como me enteré, casi un año después de que se hubieran peleado. Pero era tarde para cualquiera de los dos, porque pronto me pasé a otro colegio... el actual.

El primer día que vi a Pablo, me perdí en unos hermosísimos ojos verdes. Sí, me pasó como en esas novelas baratas, que vienen como en grupos de cuatro por los que mis compañeras suspiran y ponen los ojos en blanco.

Lo curioso es que el primer día ni lo noté. Me di cuenta de lo guapo que era el día que vino a mi casa, el primer día que salimos temprano, con Juan, Ana y María. No hicimos nada malo, solo almorzamos y luego hicimos una guerra de bolas de papel, después se fueron. Pero entre bola y bola de papel cada vez me fijaba menos en la pelea y más en él. Cuando se fueron los tres, ya estaba segura de que me gustaba, lo malo es que tenía novia. Creo que cerré la puerta de mi casa suspirando si la memoria no me falla.

Esta debe ser una de las realidades del mundo: el hombre que te gusta tiene novia, es gay o está casado...
Para finales de cuarto yo seguía igual de enamorada que al principio, pero el noviazgo de Pablo no parecía terminar.

Debí haber sido una adolescente muy feliz cuando nos contó que había roto con ella. Aunque claro, luego de mis decepciones amorosas anteriores, ni por eso me atreví a declararme (que además no me llama la idea de volver a pasar una vergüenza).
Tal vez si lo hubiera hecho, si hubiera tenido una pizca de valor, hoy no estaría desahogando mis penurias aquí...

Ya en 5° me encontré en una encrucijada: decirle o no hacerlo. Y yo que usualmente soy muy extrovertida con mis amigos, me volví tímida cada vez que pensaba en eso. Así pasaron los meses, él se "enredó" con muchas muchachas bonitas.
Insisto no soy fea, pero mis kilos de más y mi forma de ser tan extraña deben ahuyentar como la radiación, así que que oportunidad tenía contra ellas...

Para mi fortuna Pablo nunca se quedó con ninguna de ellas, para eso era mejor que nada.

En esos días, hablando con Ana y María en algún momento se me escapó que él me gustaba. Gran error.
Lo bueno es que no dijeron ni hicieron gran cosa.

Este año, por muchas circunstancias he tenido que ir a la ciudad varias veces, Pablo y María también me acompañaron. En esa salidas se desarrollo la otra cosa que he temido toda mi vida: Que mi mejor amiga me robara al hombre que me gustaba, aún sabiendo lo que yo sentía.

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